01 mayo, 2004

El hermano mayor ante la competencia


Los mismos ejecutivos de Televisa habrán de reconocer que, en su enésima edición, el Big Brother languidece tristemente entre el desinterés del respetable. Muy poco atractivo resulta sentarse a oír los "sesudos" comentarios que puedan hacer los actorcillos y cantantetes sobre la vida, la moral, la política. El morbo de verlos continuamente (quizá en espera de sorprenderlos en alguna escena íntima) muere de inanición con la insipidez de un montón de chavos sentados en la sala, hablando de intrascendencias.


Esto me recuerda una aguda respuesta que dio un maestro a la pregunta sobre las posibilidades de la lectura del pensamiento, la telepatía y otras habilidades parapsicológicas. El interlocutor decía que, con práctica y estudio, era posible llegar a leer la mente de los demás. Entonces el maestro le repuso: "¿Y qué espera encontrar en la mente de los demás? Vea la suya propia y sabrá lo que hay en la de los demás." Este maestro era muy propio y no se atrevió a responderle en una forma más directa, pues hubiera sido brusca, o sea, ¿para qué quiere uno andar viendo las pendejadas que traen los otros en la cabeza?


En efecto, observar la vida propia es necesariamente más interesante que ver la ajena. En todo caso, más importante, en la medida que es la que nos toca vivir. Observar a la gente que nos rodea, observarnos a nosotros mismos, nuestras reacciones... eso nos enseñará lo que somos y nos irá haciendo dueños de nuestros actos (sobre todo porque nuestros actos no son más que reacciones a los de los demás).


Y como clavo adicional en el ataúd del hermano mayor --y que supongo que Televisa no previó-- está la abierta competencia de los videoescándalos, ese lamentable episodio de la vida nacional en el que se encuentra empantanado el país. ¿Qué escena de la casa del Big Brother puede competir con aquella ya consagrada en nuestra imaginería, de René Bejarano metiéndose los fajos de billetes en las bolsas del saco? ¿Qué relación entre sus habitantes podrá superar en turbidez la que une a Chayito Robles (el símbolo sexual de la política mexicana de los noventa) con Charly Ahumada? ¿Qué desenlace puede prometernos el Big Brother que opaque al que podemos esperar para el 2006?


No obstante, viendo a la Veritos desgañitarse lastimosamente para encender los ánimos del público, y viendo las porras y las pancartas que llevan los seguidores de los habitantes de la casa, pensamos que quizá el IFE podría recoger con provecho algunas ideas para hacer del escrutinio del 2006, y de todo el proceso previo, un espectáculo realmente del pueblo.


Por ejemplo, podría instalar cámaras permanentes en la casa de todos los aspirantes a la silla, para que el público pudiera seguir sus evoluciones las 24 horas del día. Así nos enteraríamos si Creel efectivamente es totalmente Palacio o si en la intimidad de su hogar anda de camiseta y con la panza de fuera. Quizá descubriríamos que el Peje habla de corrido y sin acento cuando se siente en familia. O, con un poco más de suerte, nos enteraríamos de los verdaderos motivos que pueda tener Betito Madrazo para aspirar a la presidencia (no, no estoy sugiriendo que sólo quiera cubrirse las espaldas; no me consta nada, pero, ¿qué tal si...?)


Dado el altísimo costo de nuestra democracia (¿en cuánto creen ustedes que salga la credencial y el padrón con fotografía a color?), se podría adoptar la modalidad del voto por teléfono al 1-900. Así, los partidos, en lugar de andar dilapidando fortunas en las campañas --y por lo cual luego son multados y obligados a pagar aun más-- podrían allegarse fondos que, bien administrados, aliviarían el hambre en las llamadas "zonas deprimidas". Asimismo, con cada llamada los votantes entrarían a un sorteo, cuyo premio podría ser un viaje a Cuba a bordo del jet privado de Charly Ahumada. Éstas son sólo algunas ideas al vuelo y seguramente habrá tiempo de irlas puliendo. Se aceptan sugerencias.