03 enero, 2004

De los fabricantes de lenguas


Sería muy fácil burlarse de quienes se interesan en la construcción de lenguas, habida cuenta de que su esfuerzo rara vez pasará de un puñado de documentos publicados en ese depositorio de la diversidad del pensamiento humano que algunos siguen llamando Web.


También sería muy fácil comparar esos afanes con los de la ciencia pura, interesada en descubrir mecanismos que, quizá algún día, encuentren su aplicación práctica. Los constructores de lenguas, pues, estarían echando las bases teóricas para el desarrollo de una lengua perfecta, como la quieren algunos.


No hay que sentir repulsión ni desdén por este aspecto del conocimiento. Una lengua verdaderamente internacional, una lengua universal, una interlengua, una lengua auxiliar, artificial o construida, una lengua cualquiera, pues, necesita un elemento adicional que muy pocas llegan a tener: una base de hablantes, una comunidad que la adopte para fines comunicacionales.


La interlingüística (pese a lo que digan los lingüistas convencionales) es la rama que estudia este terreno, que establece leyes y normas, que analiza tendencias y traza clasificaciones de las interlenguas (nombre secuestrado por la IALA para llamar a su creación, producto de un esfuerzo financiero digno de mejores metas, pero ésa es otra historia).


Pero el esperantista común, como ya he dicho en otras partes, siente que se le mueve el piso cada vez que oye hablar de otras interlenguas, como si la filiación lingüística del esperanto fuera una cosa vergonzosa que habría que ocultar, más que estudiar. Para él, la interlingüística se equipara con la teratología (el estudio de los monstruos) y sus esfuerzos se dirigen a desmarcarse de ese campo. O, con mente aun más estrecha, considera que cualquier mención al volapük, ido, novial, occidental o interlingua puede menoscabar el avance de su propia lengua. ¡Como si éstas fueran competencia del esperanto!


Muy por el contrario: Conocer el terreno en el que surgió el esperanto, los antecedentes, la historia del desarrollo de otros proyectos (cuando éstos han tenido algún desarrollo, claro, pues la inmensa mayoría sólo se ha quedado en proyecto) permite apreciar más el valor del esperanto. Conocer las dificultades que ha tenido que superar es valorar las ventajas que le han permitido hacerlo, en primer lugar.


Esto, por supuesto, no significa que me vaya a poner a construir lenguas. Tengo mejores planes para mi tiempo.



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