15 enero, 2004

La voz de los espíritus


Siempre me llamó la atención el problema lingüístico en el contexto espiritista. Tuve un compañero de trabajo espiritista, que me contaba que en sus sesiones hablaba con el espíritu de Platón, con Jesucristo por supuesto, y con otros grandes personajes de la historia. Todos en muy buena onda, dispuestos a dar consejos sobre los problemas cotidianos que afligían a los asistentes. Y así desfilaban los grandes genios convertidos en doctoras corazón por obra y gracia de los poderes psíquicos del médium.


Nunca me explicó como le hacía para entenderse con tales figurones. Digo, no es por nada, pero Chuchito acabó la primaria con dificultades, le costaba trabajo hilvanar una frase completa y, si no traía sus buenas copas encima, por lo general era bastante tímido. No me lo imaginaba poniéndose al tú por tú con Napoleón y, mucho menos, pidiéndole consejos para resolver el problema del novio de su hija, que se había quedado sin trabajo.


Y, sobre todo, quedaba pendiente el tema del idioma: ¿en qué idioma se comunican los espíritus con los vivos?


¿Acaso por el hecho de haber muerto, la persona aprende todos los idiomas del mundo? ¿Estar en el más allá la vuelve no sólo experta en resolver problemas, sino también políglota? Porque, digo yo, que el general Schwarzkopf le pida consejos a Napoleón para librar la guerra en Irak no me parece mala idea. Pero que Chuchito le pregunte qué hacer para meter en cintura a la casquivana de su sobrina, como que ya es otra cosa, ¿no? Porque, por muy sabios que hayan sido, los muertitos como quiera no saben de todo y ahí, como en otras cosas, debería aplicarse el dicho aquél de "zapatero a tus zapatos". Si uno tiene problemas con su examen de física, pues sí, que vaya a consultar con Einstein. Pero que ni se le ocurra pedirle consejo en materia sentimental al autor de la teoría de la relatividad, pues ya sabemos cómo se llevaba el desgraciado con su esposa.


Bueno, pues ahora leí una nota en el Milenio que me aclaró mucho estos temas. El asesino de la ministra sueca de relaciones exteriores, de origen serbio, ya confesó que perpetró su crimen aconsejado por "voces de espíritus", entre ellas las de Jesús que, por suerte para él, le hablaban en serbio. Entonces, ahí lo tienen: los espíritus sí nos hablan en nuestro idioma natal, no sé si como graciosa concesión o de plano para facilitarnos las cosas.


Y, por cierto, recuerdo que hace muchísimos años me topé con una señora que, al saber que yo estudiaba esperanto, me dijo, totalmente segura de lo que afirmaba: "¡Ah, sí! El esperanto es la lengua que hablan los ángeles." Y me aseguró que la palabra era una contracción de "espíritu santo". Por supuesto que no me molesté en sacarla de su error.


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