16 enero, 2004

Gambito de reina


Hay palabras que lastiman los oídos, al menos los míos. Y estos días circula una de ésas que, por las circunstancias en que ha aparecido, resulta doblemente lastimosa: se trata del empoderamiento que, con el predicado "de las mujeres", Martita Sahagún quiere usar de bandera para quedarse en Los Pinos un sexenio más.


Aquí hay dos vertientes. La primera es que resulta lamentable que se calque tan descaradamente un término producto de la demagogia gringa, el empowerment, con el que un sector de la sociedad estadounidense pretende subsanar olvidos ancestrales. Así, el empowerment que se le ofrece a los grupos tradicionalmente marginados constituye lo que acá en Mexiquito conocemos desde siempre como atole con el dedo.


La segunda vertiente es que, al hilvanar sus pretensiones reeleccionistas con los derechos de la mujer, Martita ejecuta un paso doble: quienes nos oponemos a esta aspirantura corremos el riesgo de ser llamados machistas o misóginos, de no querer que las mujeres se "empoderen" (¿y qué diablos quiere decir eso? ¿qué tengan poderes como la Mujer Maravilla?). Si le resulta este gambito de reina, la Jefa va a salirnos con que fue un triunfo de las mujeres; si fracasa, nos va a echar la culpa por misóginos y por constituir una sociedad que "aún no está preparada para ser presidida por una mujer". En cualquier caso, ella saldrá airosa.


Hace unos meses decía que resultaba un agravio a la inteligencia nacional la mera idea de que Martita aspirara a la presidencia. El desarrollo de la situación, por desgracia, la presenta ahora como una verdadera pesadilla que se asoma en el horizonte. ¿Tendrá Fox los elementos necesarios para impedir los sueños dinásticos de su consorte? No los ha tenido para otras cosas, así que esta pesadilla se anuncia bien real.


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