Daños colaterales
En inglés, el substantivo collateral tiene el significado de "prenda" o "garantía" del pago de una deuda; como adjetivo, significa "secundario" o "indirecto". En la jerga eufemística de políticos y militares, los daños colaterales se refieren a las bajas civiles causadas por las operaciones bélicas.
Pero no sólo en las guerras. Por ejemplo, en 1997, en la recuperación de la embajada japonesa en Lima murieron varios de los que habían estado en rehenes durante meses. Asimismo, en Moscú, en 2002, cuando un comando checheno tomó por asalto un teatro, en la operación lanzada por las fuerzas rusas perecieron algunas de las personas que supuestamente se trataba de rescatar. Y este fin de semana, en Arabia Saudita, para liberar a unos cincuenta rehenes cautivos al parecer de una célula de Al Qaeda unas nueve personas sufrieron "daños colaterales", si bien el número preciso no se ha informado hasta esta hora.
Desde la primera ocasión en que ocurrió un hecho de éstos (ha habida muchas, pero sólo menciono las que recuerdo a vuelatecla) me pareció de irreverente mal gusto el comentario de que los rehenes muertos en el intento de liberarlos, efectivamente habían sido liberados de todos los males que implica estar vivo. No obstante, la idea no deja de venirme a la mente cada vez que oigo el término daños colaterales (por cierto, difundido en el título de una película del Goberminator Schwarzenegger). Si bien es evidente que el secuestrador es el culpable de la situación, no menos responsables resultan las autoridades que deciden resolver el problema a sangre y fuego.
Por lo demás, el hecho de recurrir a un eufemismo para designar a las bajas civiles revela la consciencia culposa de los militares que lanzan una operación "de amplio espectro" (como las medicinas) con la esperanza de atinarle a sus adversarios combatientes, sin interesarse por los civiles que se llevan de pasada. ¿No podría considerarse esto como crimen de guerra, o simplemente crimen?
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