Por alguna extraña (y quizá injusta) ley de la física, es más fácil ver los errores que los aciertos. Por tanto, es más fácil criticar que analizar (ya no digamos elogiar). Un texto de unas seiscientas palabras puede contener un solo error de ortografía, lo que significa que hay 599 aciertos, y sin embargo, el crítico se clava en la falta y deja de ver la esencia. El hueco, por así decirlo, llama más la atención que todo lo que lo rodea.
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